Pueblo de la Axarquía (Málaga). Tierra de Buenos vinos, aceites y carreteras montañosas. Semana Santa

Por cuestiones familiares, me encuentro inmerso en un pueblo de la Sierra de Málaga. Dispongo de un lumbago serio, muy serio y, los dolores, me impiden casi moverme.
A pesar de todo, y gracias a los medicamentos que te dejan zombi y con sonrisa de baba, he podido salir a la calle a emocionarme, con una mezcla de sentimientos, de las procesiones del no dicho y querido pueblo.
Este blog, es de bicis y... de sentimientos, también. Y, ellos, los sentimientos, me han mostrado algo que nunca había visto o que los medicamentos, o a través de ellos, en su engaño, quizás, me han mostrado. Y estoy muy contento.
He visto, por primer vez en mi vida, a las mujeres transportando un paso, el de la Virgen. Las he visto seguras, en su organización, con el tesón y la alegría propia de su sexo, con su fortaleza, su seguridad y aplomo. Con la algarabía de madres e hijas. De mujeres prácticas, en la inmediatez de lo necesario. Con la rotundidad de lo que toca y la risa de lo que sobra.
 Y yo, pobre humano drogado, en mi ensoñación, he aplaudido y sonreído y vitoreado, alabado y loado que, el mundo, este curioso mundo, de hombres egoístas y ávidos de poder, de graves gestos, de muchas pompas y gestos graves, ha quedado simpáticamente ignorado.
Y, sin darme cuenta, feliz del descubrimiento, con los ojos bizqueando en la ignorante inconsciencia de mi alocado estado, he querido tocar el mantón de la Virgen, más en mi nebulosa, y sin buscarlo, quizás, otro mantón he tocado. Y, la Virgen, ha sonreído.