Mi buen amigo Perucha, me regaló, finalmente, la bici de mis sueños.
Desde que empecé a asistir a sus magistrales clases de conocimiento ciclístico, quedé prendado del intenso rojo de esta bicicleta, su ligereza y sus formas, iguales que el resto, pero diferentes, para mi.
Un día, me dijo que una persona estaba a punto de comprarla y casi se me saltaron las lágrimas aunque, conociéndole, no quise decirle nada, pues sé que el sufre con estas cosas y le hubiera puesto en el compromiso de qué hacer. Tenía, pues otro dueño, casi, y ya está. Pero el tiempo fue pasando y el hombre no aparecía y la Rosín, que en su momento estaba completa, empezó a adelgazar y a perder, en el camino, muchas de sus piezas.
Entre tanto, yo le preguntaba precio y siempre, su respuesta es que estaba casi vendida.
Muchas veces me encontró Perucha mirándola, o cogiéndola al peso. Veces que el, sumaba en su calculadora mental. Y un día, el día menos esperado, llegó la sorpresa.
Habían ocurrido cosas y, en un moemto dado, nos fundimos en un abrazo. Recuerdo que casi se le saltaban las lágrimas de la emoción. Casi sin saber como expresarlo, a trompicones, como se dicen las cosas que brotan de dentro, donde la gramática sobra, Perucha me regaló la bicicleta de mis amores y, aún con timidez, me pidio que no la vendiera, que si era para eso, prefería seguir con ella.
Y no se vende, ni se venderá. Así pues, será la primera Morsa, la 03 que ya tiene dueño desde casi antes de nacer.
Así llegó la Rosin a mis manos. Hay que vestirla. |
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Se agradecen todos los comentarios, que no serán eliminados, salvo insulto u ofensa a cualquier raza, persona o creencia.
Intentemos ser positivos, incluso en la crítica, ya que del error, aprendemos.
Gracias.