Resumiendo mucho, tuve el morro de pedirle a mis hijos que, en la medida de sus posibilidades, invirtieran en esta "gran empresa" que, como taller privado de bicicletas, estoy empezando, con una sierra de cinta.
Y, mis sueños, se cumplieron. Por unas y otras razones (un gran amigo ferretero que me financia el "juguete"), la máquina ya está en mi poder, desde hace una semana, pero mi ya aburrido y pesado lumbago me ha impedido ponerme con ella.
Hoy, la fortuna ha vuelto a sonreirme, y mi hijo y su novia, se han puesto manos a la obra de montar el cacharrillo. No es que venga como los muebles de mitea, pero había que trabajar bastante en ella y yo no podía, por mis dolores y su peso.
Y ésta es la prueba de lo que va a venir después. Mi primera tablilla. La primera piedra de la fabricación artesanal de piezas que nutrirá al Taller Privado de Bicicletas, entre otras cosas, lógicamente.
Mi primera "tablilla". Justo lo que necesito, entre otras cosas, para los manillares y guardabarros. |
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